Antes de darte la vida, ya te había escogido; antes de que
nacieras, ya te había yo apartado; te había destinado a ser profeta delas
naciones.
Yo conteste:
Señor soy muy joven y no se hablar.
Pero el señor me dijo:
No digas que eres muy joven.
Tus iras a donde yo te mande, y dirás lo que yo te ordene.
No tengas miedo de nadie, pues yo estaré contigo para protegerte.
Yo, el Señor, doy mi palabra.
Entonces el Señor, extendió la mano, me toco los labios y me dijo:
Yo pongo mis palabras en tus labios.
Hoy de doy plena autoridad sobre reinos y naciones, para arrancar y
derribar, para destruir y demoler, y también para construir y plantar.
El Señor se dirigió a mí y me dijo.
Jeremías, ¿qué es lo que ves?
Veo una rama de almendro, conteste.
Tienes razón me dijo el Señor.
En efecto voy a estar atento, a que mis palabras se cumplan.
El Señor se dirigió a mí por segunda vez:
¿Qué es lo que ves?
Me pregunto.
Veo una olla hirviendo, a punto de derramarse desde el norte,
conteste.
Entonces el señor me contesto desde el norte va a derramar la
calamidad, sobre todos los habitantes de ese país.
Yo el Señor te aseguro que voy a llamar a todos los reinos del
Norte. Vendrán sus reyes y pondrán sus tronos a la entrada de la misma Jerusalén,
frente a todas las murallas que la rodena y frente a todas las ciudades de Judá.
Este es el castigo que voy a decretar contra esos pecadores que me
abandonaron, que quemaron incienso y adoraron a dioses extranjeros que ellos
mismos hicieron.
Y Tú, ármate de valor; ve y diles todo lo que yo te mande. No le
tengas miedo, porque de otras manera, yo te hare temblar delante de ellos.
Yo te pongo hoy como ciudad fortificada, como columna de hierro,
como muralla de bronce, para que te enfrentes a todo el país de Judá: a sus
reyes, jefes y sacerdotes, y al pueblo en general.
Ellos te harán la guerra, pero no te vencerán, porque yo estar contigo
para protegerte.
Yo el Señor, doy mi palabra.
Es palabra de Dios
Que alabamos Señor
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