lunes, 31 de agosto de 2015

El Verdadero culto a Dios



La ofrenda a Dios hecha de cosas mal habidas, es impura; a él no le agradan lo que hacen los malvados. El altísimo no acepta ofrendas de impíos; aunque le ofrezcan muchos sacrificios, no le perdona los pecados. Robar algo a los pobres y ofrecérselo a Dios, es como matar a un hijo delante de los ojos de su padre.
La vida del pobre depende del poco pan que tiene: quien se los quita, es un asesino. Quitarle el sustento al prójimo es como matarlo; no dar al obrero su salario es quitarle la vida.
Si uno construye otro derriba. ¿Qué se gana sino más trabajos? Si uno ora y otro maldice ¿a cuál de los dos escuchara el señor? Si uno toca a un muerto. Se lava y vuelve luego a tocarlo. ¿De qué sirve haberse lavado?
Así pasa con uno que ayuna por sus pecados, pero después vuelve a cometerlos. ¿Quién escuchara su oración? ¿De qué le servirá haber hecho penitencia?

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