Ni a hijo ni esposa ni a amigo ni a vecino le des poder
sobre tu vida. Mientras vivas y respires no dejes que nadie te domine. No des a
otro lo que tienes, pues te arrepentirás y tendrás, que pedirles favores. Es
preferible que tus hijos te supliquen, a que tú dependas de ellos. En todo lo
que hagas conserva el dominio, y no dejes que tu buen nombre se manche. Cuando
llegue al final tus pocos días, y tengas que morir, reparte tu herencia. A los
burros, pasto, palos y carga: y al trabajador, buena remuneración, pan, corrección y trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario