Lee este articulo y saque usted sus propias conclusiones:
Mucha gente piensa que para Dios las guerras están bien, pues en la
antigüedad mandó a sus siervos a participar en algunas, como se puede
confirmar en la Biblia. Pero, por otra parte, hay quienes saben que
Jesucristo, el Hijo de Dios, enseñó a sus discípulos a amar a los
enemigos (Mateo 5:43, 44). Llegan a la conclusión de que, en algún momento, Dios cambió su manera de pensar y que ahora condena las guerras.
Entonces, ¿aprueba Dios las guerras o no? Si las aprueba, ¿de qué lado
está en los conflictos actuales? Conocer las respuestas a estas
preguntas puede influir en lo que usted opine sobre las
guerras. Por ejemplo, si supiera que Dios no solo las aprueba sino que
en un conflicto en particular apoya al mismo bando que usted,
seguramente opinaría que esa guerra está bien y que su bando tiene la
victoria asegurada. Pero ¿y si se enterara de que Dios apoya al bando
enemigo? ¿Cambiaría la opinión que usted tiene de las guerras?
En el caso de Venezuela, la guerra se esta dando por las ansias de poder de muchos que quieren adueñarse de sus recursos naturales, en ningun momento Dios esta apoyando esta guerra. Pero el hombre ambisioso si, quiere la guerra para destruir, y luego reconstruir a su conveniencia.
A través de la historia, la humanidad ha demostrado ser adicta a la guerra. ¿Cómo puede un Dios misericordioso y bueno permitir que causemos tal sufrimiento, muerte, destrucción y horror?
Si Dios es todopoderoso, bueno y misericordioso, ¿cómo puede permitir
la miseria y el horror que la guerra conlleva? Para encontrar la
respuesta, debemos analizar lo que Él mismo nos dice a través de las
escrituras.
Santiago —medio hermano de Cristo— escribió por inspiración: “¿De
dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de
vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y
no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y
lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís” (Santiago
4:1-2).
¿Es Dios el responsable?
Un conflicto irresoluble puede surgir tanto entre personas como entre
países. En ambos casos la guerra es producto de algo intrínseco en el
hombre: nuestra naturaleza humana. En otras palabras, los verdaderos
responsables de la guerra son nuestro egoísmo y ambición innatos.
Pero, ¿cómo es posible que el ser humano llegue a tal punto de malos
sentimientos y acciones? ¿Acaso no somos todos “buenas personas”? Pues,
aunque parezca sorprendente, la respuesta es no. No lo somos.
En realidad, el ser humano tiene una inclinación natural hacia el
mal. Como Jeremías dijo inspirado por Dios: “Engañoso es el corazón más
que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo el Eterno, que
escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su
camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17:9-10).
Mientras no haya un cambio profundo en nuestro corazón, Dios permitirá que suframos las consecuencias de nuestras malas decisiones.
¿Es el ser humano malo por naturaleza? ¿De dónde viene toda esa
maldad? Veamos qué nos dice la Biblia acerca de la causa de la maldad en
el mundo: “si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no
os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la
que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde
hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa”
(Santiago 3:14-16).
Como dicen las escrituras, Satanás el diablo es el verdadero padre de
la mentira y un homicida (Juan 8:44). Es enemigo de la humanidad y su
propósito es destruirnos por completo (1 Corintios 5:5).
La guerra es culpa del hombre, no de Dios
Pero, si Dios es todopoderoso, ¿por qué no pone fin a la maldad y la
guerra de una vez por todas? La respuesta está en el milenario dilema
del libre albedrío. Dios ha puesto ante nosotros la vida y la muerte —la bendición y la maldición— porque quiere que escojamos la vida por nosotros mismos.
Dios quiere que decidamos sabiamente obedecer su ley —que
tomemos la decisión de controlar nuestras actitudes, escogiendo, por
ejemplo, el amor antes que el odio y la humildad antes que la
arrogancia.
Claramente, escoger bien no es una tarea fácil en un mundo como el
nuestro; es algo que requiere de mucho carácter. Pero debemos recordar
que el resultado de amar a Dios y obedecer sus mandamientos es esa paz
que tanto deseamos (Proverbios 3:1-2; Salmos 119:165).
Lamentablemente, muy poca gente está dispuesta a tomar las decisiones
que lo llevarían a una vida piadosa y justa. La mayoría sólo cede ante
la inclinación natural que la influencia de Satanás produce. Como
Efesios 2:2 nos dice, él es capaz de influir nuestra mente con su
maldad. Y nuestra tarea es oponerle resistencia y rechazarlo con el
carácter que viene de Dios.
Debemos comprender que ha sido el mismo ser humano quien, con sus
malas decisiones, ha sacado a Dios del panorama. Nuestro artículo sobre
el árbol de la vida lo explica más en detalle. Isaías también lo aclara,
recalcando que “no se ha acortado la mano del Eterno para salvar, ni se
ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho
división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho
ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:1-2).
¿Por qué Dios permite la guerra? Porque quiere que la humanidad vea
el resultado de vivir lejos de Él a causa del pecado. Dios no tiene la
culpa de que haya tanto pecado, maldad y guerra en el mundo; nosotros
mismos hemos causado el sufrimiento y destrucción que nos aquejan.
Él de ninguna manera disfruta viendo cómo su creación pelea y se mata entre sí.
"¿Qué dice la Biblia acerca de la guerra?"
Respuesta: Mucha gente comete el error de creer que la biblia dice, “No matarás”, y busca aplicar este mandamiento a la guerra. Sin embargo, la palabra hebrea literalmente significa “la muerte intencional y premeditada de otra persona con malicia”. Con frecuencia Dios ordenaba a los israelitas ir a la guerra contra otras naciones (1 Samuel 15:3; Josué 4:13). Dios ordenó la pena de muerte para numerosos crímenes (Éxodo 21:12; 21:15; 22:19; Levítico 20:11). Así que, Dios no está contra el matar en todas las circunstancias, sino sólo en contra del asesinato. La guerra nunca es algo bueno, pero algunas veces es algo necesario. En un mundo lleno de gente pecadora (Romanos 3:10-18), la guerra es inevitable. Algunas veces la única manera de evitar que la gente pecadora haga un gran daño a los inocentes, es yendo a la guerra contra ellos.
En el Antiguo Testamento, Dios ordenó a los israelitas: “Haz la venganza de los hijos de Israel contra los madianitas…” (Números 31:2). Deuteronomio 20:16-17 declara, “Pero de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por herencia, ninguna persona dejarás con vida, sino que los destruirás completamente; al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como Jehová tu Dios te ha mandado”. También en 1 Samuel 15:18 dice, “…Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes”. Así que, obviamente Dios no está contra de las guerras. Jesús está siempre en perfecto acuerdo con el Padre (Juan 10:30), así que no podemos argumentar que la guerra era la voluntad de Dios solo en el Antiguo Testamento. Dios no cambia (Malaquías 3:6; Santiago 1:17).
La Segunda Venida de Cristo será extremadamente violenta. Apocalipsis 19:11-21 describe la última guerra con Cristo, el comandante conquistador que juzga y hace la guerra "con justicia" (v. 11). Va a ser sangriento (v. 13) y cruento. Las aves comerán la carne de todos los que se oponen a Él (v. 17-18). No tiene compasión de sus enemigos, a quienes conquistará completamente y los mandará a un "un lago de fuego que arde con azufre" (v. 20).
Es un error decir que Dios nunca apoya una guerra. Jesús no es un pacifista. En un mundo lleno de gente impía, algunas veces es necesaria una guerra para prevenir un daño aún mayor. Si Hitler no hubiera sido vencido en la II Guerra Mundial, ¿cuántos millones más de judíos hubieran sido exterminados? Si la Guerra Civil en Estados Unidos no se hubiera peleado, ¿por cuánto tiempo más los afro-americanos hubieran tenido que sufrir como esclavos?
Eclesiastés 3:8 declara que hay, “tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz”. En un mundo dominado por el pecado, el odio y la maldad (Romanos 3:10-18), la guerra es inevitable. Algunas guerras son más “justas” que otras, pero todas las guerras son a última instancia el resultado del pecado. Los cristianos no deben desear la guerra, pero tampoco deben oponerse al gobierno que Dios colocó en autoridad sobre ellos (Romanos 13:1-4; 1 Pedro 2:17). Lo más importante que podemos hacer en un tiempo de guerra es orar por la buena sabiduría de nuestros líderes, orar por la seguridad de nuestros ejércitos, orar por una rápida solución al conflicto y orar por un mínimo de muertes – de ambos lados del conflicto (Filipenses 4:6-7).
Respuesta: Mucha gente comete el error de creer que la biblia dice, “No matarás”, y busca aplicar este mandamiento a la guerra. Sin embargo, la palabra hebrea literalmente significa “la muerte intencional y premeditada de otra persona con malicia”. Con frecuencia Dios ordenaba a los israelitas ir a la guerra contra otras naciones (1 Samuel 15:3; Josué 4:13). Dios ordenó la pena de muerte para numerosos crímenes (Éxodo 21:12; 21:15; 22:19; Levítico 20:11). Así que, Dios no está contra el matar en todas las circunstancias, sino sólo en contra del asesinato. La guerra nunca es algo bueno, pero algunas veces es algo necesario. En un mundo lleno de gente pecadora (Romanos 3:10-18), la guerra es inevitable. Algunas veces la única manera de evitar que la gente pecadora haga un gran daño a los inocentes, es yendo a la guerra contra ellos.
En el Antiguo Testamento, Dios ordenó a los israelitas: “Haz la venganza de los hijos de Israel contra los madianitas…” (Números 31:2). Deuteronomio 20:16-17 declara, “Pero de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por herencia, ninguna persona dejarás con vida, sino que los destruirás completamente; al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como Jehová tu Dios te ha mandado”. También en 1 Samuel 15:18 dice, “…Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes”. Así que, obviamente Dios no está contra de las guerras. Jesús está siempre en perfecto acuerdo con el Padre (Juan 10:30), así que no podemos argumentar que la guerra era la voluntad de Dios solo en el Antiguo Testamento. Dios no cambia (Malaquías 3:6; Santiago 1:17).
La Segunda Venida de Cristo será extremadamente violenta. Apocalipsis 19:11-21 describe la última guerra con Cristo, el comandante conquistador que juzga y hace la guerra "con justicia" (v. 11). Va a ser sangriento (v. 13) y cruento. Las aves comerán la carne de todos los que se oponen a Él (v. 17-18). No tiene compasión de sus enemigos, a quienes conquistará completamente y los mandará a un "un lago de fuego que arde con azufre" (v. 20).
Es un error decir que Dios nunca apoya una guerra. Jesús no es un pacifista. En un mundo lleno de gente impía, algunas veces es necesaria una guerra para prevenir un daño aún mayor. Si Hitler no hubiera sido vencido en la II Guerra Mundial, ¿cuántos millones más de judíos hubieran sido exterminados? Si la Guerra Civil en Estados Unidos no se hubiera peleado, ¿por cuánto tiempo más los afro-americanos hubieran tenido que sufrir como esclavos?
Eclesiastés 3:8 declara que hay, “tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz”. En un mundo dominado por el pecado, el odio y la maldad (Romanos 3:10-18), la guerra es inevitable. Algunas guerras son más “justas” que otras, pero todas las guerras son a última instancia el resultado del pecado. Los cristianos no deben desear la guerra, pero tampoco deben oponerse al gobierno que Dios colocó en autoridad sobre ellos (Romanos 13:1-4; 1 Pedro 2:17). Lo más importante que podemos hacer en un tiempo de guerra es orar por la buena sabiduría de nuestros líderes, orar por la seguridad de nuestros ejércitos, orar por una rápida solución al conflicto y orar por un mínimo de muertes – de ambos lados del conflicto (Filipenses 4:6-7).
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