Dichoso el que se ocupa en la sabiduría
y se interesa por tener inteligencia, que pone atención al camino que ella que
sigue y se fija en sus senderos; así puede salir a buscarla y mirar donde se encuentra.
Mira por las ventanas de la casa de ella y se escucha a su puerta. Acampa junto
a su casa, asegurando la tienda en sus paredes. Pone su habitación junto a ella
para vivir feliz en su vencida. Pone su nido en sus ramas y pasa la noche entre
sus hojas. A la sombra de ella se protege del calor, y vive por ella
resguardado. Así hace el que reverencia al señor, cumpliendo la ley encuentra
la sabiduría. Ella le sale al encuentro como una madre; lo recibe como la
esposa de su juventud. Lo alimenta con el pan de la inteligencia, y le da a
beber el agua del entendimiento. El ser apoyara en ella para no caer; confiado
en ella, no fracasará. Ella lo levantará sobre sus compañeros, para que lleve
la palabra en la asamblea. Lo llenara de gozo y alegría y le dará fama inmortal.
Los hombre falsos no pueden alcanzarla,
ni los orgullosos pueden verla. Ella está lejos de los insolentes; los
mentirosos no tienen noción de ella. Los malos no son dignos de alabarla, pues
Dios no le ha dado la sabiduría. Es el sabio quien alaba; el que la tiene podrá
enseñarla. No digas es Dios quien me hace pecar.
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