Lloran mis ojos sin descanso,
pues no habrá alivio hasta que el señor del cielo nos mire desde lo alto. Me
duelen los ojos hasta el alma, por lo ocurrido a las hijas de mi ciudad. Sin
tener ningún motivo mis enemigos me han casado como ave; me enterraron vivo en
un pozo, y con una piedra taparon la salida. El agua me ha cubierto por
completo, y he pensado "estoy perdido." Yo señor invoco tu
nombre desde lo más profundo del pozo;
tu escucha mi voz y no dejas de atender a mis ruegos. El día que te llamo vienes
a mí, y me dices: "No tengas Miedo". Tú me defiendes, Señor en mi
lucha, tú rescatas mi vida. Tú ves, Señor, las injusticias que sufro. ¡Hazme
Justicia! Tú ves los deseos de venganza y todos los planes que hacen contra mí.
Escucha señor sus ofensas y todos los planes que hacen en contra de mí. Las habladurías
de mis enemigos, que a todas horas hablan en contra mía. Mira como en todas sus
acciones soy objeto de sus burlas. Dales
señor su merecido, dales lo que sus hechos merecen. Enduréceles el entendimiento
y pon sobre ello tu maldición. Persíguelos con furia. ¡Haz que desaparezcan de este
mundo!
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